Agua, residuos, energía...: ¡Green IT no se limita a la huella de carbono!

hace 9 meses

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Realizar la huella de carbono es solo el primer paso para evaluar el impacto ambiental de la tecnología digital. No debe obstruir los otros criterios de impacto. El agotamiento de los recursos naturales, el uso del agua, la masa de residuos producida, el consumo de energía primaria, etc. son criterios que también deben ser analizados.

"Lo que no se puede medir, no se puede mejorar", dijo el estadístico William Edwards Deming. Para poder definir acciones y actuar, primero es fundamental evaluar y medir, de manera holística, teniendo en cuenta las interdependencias entre sistemas y ecosistemas. Embarcarse en un enfoque de “Green IT” y reducir la huella ambiental digital no es una excepción a la regla, con el objetivo de identificar y activar las palancas de mejora resultantes. Hoy en día, la mayoría de las organizaciones centran sus esfuerzos en la huella de carbono y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) inherentes a la tecnología digital. Sin embargo, la crisis climática y los grandes desafíos relacionados con la biodiversidad a los que nos enfrentamos no pueden limitarse únicamente a la medición del carbono. Las empresas deben ir más allá y ahora integrar otras dimensiones.

Índice
  1. El enfoque de criterio único y sus límites
  2. La evaluación multicriterio y sus ventajas
  3. Compromiso colectivo para una evaluación multicriterio

El enfoque de criterio único y sus límites

El sector digital emite GEI con impactos climáticos, pero también presenta otros riesgos para el medio ambiente y la biodiversidad. El sector contribuye al agotamiento de los recursos naturales, principalmente minerales y metales raros. En 2018, las evaluaciones ya estimaban que la industria digital consumía 320 toneladas de oro y 7.500 toneladas de plata cada año. Más allá de eso, el sector representa una parte significativa del consumo mundial de mercurio, plomo, paladio y cobalto. La CEA estima, por ejemplo, que "más de 60 materiales de los elementos de la tabla periódica de Mendeleïev entran en la composición de un teléfono inteligente".

Asimismo, contribuye al estrés sobre los recursos hídricos. Los centros de datos hiperescaladores que consumen más agua pueden usar una cantidad promedio de agua para enfriar sus salas de TI equivalente a regar siete hectáreas de césped o hacer 160 jeans de algodón, cada uno de los cuales requiere entre 7000 y 10 000 litros de agua por día. El sector también produce grandes cantidades de desechos electrónicos que contienen sustancias tóxicas, como plomo y mercurio, que contribuyen a la contaminación del agua y el aire. Y no debemos olvidar la degradación de la biodiversidad, la deforestación y la acidificación ligadas a las actividades de las empresas del sector.

Confiar únicamente en un enfoque de criterio único da una imagen simplista del impacto real de la tecnología digital en el medio ambiente. No abordar el tema con un enfoque holístico, aunque complejo, puede generar transferencias de impacto insidiosas. La reducción de emisiones de GEI debe considerar los potenciales efectos negativos inducidos sobre otros criterios (ver estrés hídrico).

La evaluación multicriterio y sus ventajas

Una evaluación multicriterio tiene en cuenta una serie de factores ambientales para medir los efectos potenciales de un proyecto o actividad sobre el medio ambiente. Tal evaluación generalmente se lleva a cabo como parte de un análisis del ciclo de vida (LCA) de productos o servicios. [1].

Para cada criterio, se asigna una unidad de medida y se pide identificar una serie de medidas que implican la recopilación de datos y la previsión para identificar los impactos ambientales. Los 10 criterios generalmente abordados son los siguientes: agotamiento de los recursos naturales (minerales y metales), acidificación, ecotoxicidad del agua dulce, cambio climático (emisiones de GEI), radiaciones ionizantes, emisiones de partículas finas, uso del agua, materias primas, residuos masivos y consumo de energía primaria .

Para el agua, por ejemplo, es necesario identificar el volumen consumido y/o utilizado por la empresa para todas sus actividades digitales (extracción de materias primas, fabricación de procesadores y otros componentes electrónicos, sistemas de refrigeración de datos, etc.) y ver si el agua proviene de áreas secas o con escasez de agua. Este enfoque permite monitorear el consumo de un año a otro y ayuda a encontrar soluciones adecuadas para reducirlo, que pueden llegar a elegir proveedores con el menor impacto.

En cuanto a los residuos, sean cuales sean (electrónicos, plásticos, construcción, madera y papel...), es necesario determinar la masa de residuos producidos, los reciclados y los reutilizados. Las palancas para los desechos electrónicos se relacionan con extender la vida útil de los equipos, encontrar soluciones para aumentar la tasa de reacondicionamiento, reciclaje y reutilización, implementar procesos de economía circular, reducir los desechos tóxicos enterrados. El consumo de energía primaria se puede evaluar recopilando información sobre la cantidad de energía consumida y sus diferentes orígenes, con el fin de encontrar las alternativas bajas en carbono y/o renovables que mejor se adapten a la ubicación de los usos (cf. centros de datos).

Adoptar una evaluación multidimensional es a menudo un ejercicio difícil, es necesario definir claramente su ámbito de actividad, mapear su ecosistema y resaltar lo que debe tenerse en cuenta como una prioridad. Al reducir el alcance del análisis al mínimo, las empresas corren el riesgo de perder medidas importantes que tomar. Por el contrario, al ampliar el alcance tanto como sea posible desde el inicio del análisis y para todo el alcance de TI, las empresas corren el riesgo de perderse y hacer que su tarea sea demasiado compleja. Trabajar sobre perímetros identificados y controlados, ampliándolos gradualmente por iteración, parece ser uno de los enfoques más adecuados.

En este ejercicio, es aconsejable apoyarse en los estándares porque constituyen puntos de referencia esenciales para las evaluaciones y permiten evitar cualquier problema relacionado con la comparabilidad y la posible audibilidad con respecto a los desarrollos normativos. La Comisión Europea recomienda utilizar la norma ISO 14040/44 para la evaluación del ciclo de vida en el ámbito digital y complementarla con metodologías PEF (Product Environmental Footprint), destinadas a medir de forma armonizada dentro de la UE la huella ambiental de un producto o servicio. Estas metodologías, integradas en las RCHAP (normas específicas asociadas a cada categoría de productos o servicios de HAP), aseguran que se tengan en cuenta indicadores de impacto ambiental y en salud, lo que promueve la sostenibilidad y permite la comparación. .

Establecer un balance que incluya aspectos distintos de las emisiones de GEI o el simple balance de carbono permite comprender mejor el impacto de cada actividad digital en el medio ambiente. Tal evaluación permite a las empresas identificar claramente las palancas de acción para reducir el impacto de la tecnología digital, ya sean proveedores de soluciones o consumidores de estas soluciones.

Compromiso colectivo para una evaluación multicriterio

Más allá de las emisiones de GEI y la huella de carbono, se debe generar una conciencia general sobre los otros impactos de la tecnología digital en el medio ambiente. Las empresas deben adoptar estos otros criterios sin demora, sensibilizar y formar a sus equipos en su evaluación, identificar los medios de reducción específicos de su actividad y los usos digitales asociados. Las presiones ejercidas por una rápida reducción de las emisiones de GEI para combatir la crisis climática, traducidas a través de diversas palancas regulatorias e iniciativas para estandarizar el cálculo y facilitar la comparación, son solo un primer paso. Deberían ampliarse gradualmente para animar a las empresas a pasar de la evaluación de criterio único a la evaluación de criterios múltiples. Anticipar este movimiento ahora hace que sea más fácil prepararse para él.

[1] Para ACV, véase la definición dada por ADEME, Agencia para la Transición Ecológica.

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