la prueba con este histórico tratado internacional

hace 6 horas

la prueba con este histórico tratado internacional

Omnipresente, indispensable, ilimitada... y (casi) desregulada. La inteligencia artificial sigue provocando pasiones, incluso en el seno del Consejo de Europa, que reveló que ha trabajado en un tratado internacional histórico que pretende regular usos y prácticas en nombre de los derechos humanos. el hombre.

Si el anuncio causó mucho ruido, fue muy esperado: el Consejo de Europa reveló en un comunicado de prensa que había iniciado negociaciones en torno a un tratado internacional sobre inteligencia artificial (IA) y derechos humanos. Este tratado, discutido por una cincuentena de países, incluidos miembros de la UE, Estados Unidos y Canadá, tiene como objetivo establecer estándares éticos para los desarrolladores de IA como OpenAI o MistralMistral.

La organización internacional lleva casi dos años y medio trabajando en este texto con el fin de proteger los derechos humanos ante los riesgos potenciales que plantea la IA: discriminación, abuso de vigilancia, manipulación de la información, etc.

A diferencia de la “AI Act” –el reglamento europeo sobre IA–, este tratado internacional requerirá la ratificación de cada país firmante y será verdaderamente vinculante. En esencia, pretende hacer cumplir ciertos principios democráticos como el respeto a la transparenciatransparenciaigualdad, no discriminación y respeto a la privacidad.

Los esplendores y miserias de un tratado de ambición internacional

Por tanto, las negociaciones van bien y no van bien. Ejemplo: la cuestión de la aplicabilidad del tratado al sector privado, piedra angular del proyecto, ya que hoy es un actor importante en el desarrollo de la inteligencia artificial. Aunque estaba incluido en la propuesta inicial, finalmente se decidió dejar a los estados firmantes la opción de aplicar o no las reglas a los actores privados.

Otro punto de tensión: la exclusión de actividades vinculadas a la defensa nacional deseadas por determinados países, lo que ha puesto en primer plano a las asociaciones de defensa de los derechos. En última instancia, el texto debería autorizar una exención general, siempre que las prácticas estatales sigan siendo consistentes con el derecho internacional.

La versión final del tratado será discutida en la próxima reunión de mayo, ante el Comité de Ministros de la institución. Si se valida, aún quedará un largo camino por recorrer antes de su plena aplicación: los países tendrán que decidir si lo ratifican o no, coordinar las medidas que deben adoptarse a nivel nacional e implementar las disposiciones del tratado en su sistema jurídico. Un proceso que, en cualquier caso, llevará varios años.

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